lunes, 29 de noviembre de 2010

Me gustan las marcas...

No las que adquieres en un "almacén de prestigio", y llevas como insignias de tu clan. No las que te dicen cuánto te gastaste en un trapo o un accesorio para después hacer cuentas burdas de "cuánto vales por lo que traes encima"...

Me gustan las marcas de vida: las cicatrices y los tatuajes.

Quizá más los segundos sobre mí... porque cierto es: tengo muy buena cicatrización como para notar las marcas de mi pasado en mi piel. Pero todas... todas ellas que recuerdo estuvieron, aún se hayan medio borrado, dejaron en mi un referente cargado de significado.

La cicatriz en mi antebrazo, casi imperceptible, me recuerda un día que llovía a cántaros y él jaló una reja para que yo pudiera meter el brazo y abrir. Una vez liberado el cerrojo, soltó la reja y corrió a resguardarse de la lluvia, sin tener en consideración que el fierro desgarraba mi piel. Sangré mucho. Él tenía una expresión de angustia, pero en el fondo, pienso que ese sentimiento se basaba en él mismo... en su vergüenza por haber corrido dejándome aprisionada. Esa fue la primera señal para saber que yo había dejado de importarle. Al tiempo, él también me dejó de importar. Aunque ciertamente no fue fácil, fue mi primera experiencia para saber que todo se puede superar.

Llevo también la marca de unos dientes en mi espalda. Puesto de otro modo: llevé sus dientes marcados un tiempo sobre mi piel. Suena extraño... Incluso sexual, cuando nada de eso fue. Hoy mientras me arreglaba para venir al trabajo, con 10 años de distancia pesando sobre la historia, pensaba "¿Cómo ella con sus escasos 40kg, podía dominarme físicamente así?". Era muy divertido jugar luchas con ellos, "Mis hermanos" de sangre bastante disuelta... primos 2dos que se dicen. Los que me arrancaron del corazón la cicatriz emocional anterior, con cuidados, risas, momentos, confesiones, y cariños. 

Escribiendo sobre ellos y mis cicatrices, recuerdo especialmente ese día en la playa; intercambiamos caballos y el suyo se me desbocó. Galopaba tratando de evitar chozas y niños jugando, pero el caballo estaba hecho una furia. Al entrar a una choza, alcancé a abrazarme al cuello del animal lo que me evitó la degollada, no así los arañazos que las palmas habían dejado sobre mi espalda. Los recuerdo: a ella abrazándome. A el curándome. Los tres muy espantados. Mis "hermanos"... Esas cicatrices ya no están en mi espalda, pero siguen en mi para recordarlos. Fresco esta el gusto de ese día, cuando pensé que el caballo se le pudo desbocar a ella,  mi mejor amiga, que no contaba con mi experiencia de haber crecido entre caballos (por lo menos un mes al año, durante 12 años).

“Un sin numero de moretones varias uñas rotas unos cuantos jalones de pelo una casa móvil para nuestro súper viaje por el mundo cuerpo sano mente INSANA cafés una tesis Cancún Sueños y fantasmas compartidos Cigarros / Alcohol La señora de las pulseras variadas Uno que otro corazón roto Críticas constructivas y destructivas Acapulco”LUO

Para ella, eso fue nuestra amistad... y aunque en nuestros juegos hubo mucha violencia, no olvido que fue con ellos con quien aprendí a decir "te quiero". Aprendí a besar y abrazar ante un saludo y una despedida. Aprendí que existía "el amor fraternal"

No me gustó en lo que ella se convirtió; frívola, deshonesta, vanidosa, falsa... pero yo me acuerdo de ella por quien fue para mí. Por todo el amor que ella, mis otros dos hermanos, y mis papás postizos, me dieron para ver el mundo de otra manera. De ella, me quedé con todas las cicatrices que duelen tras su ausencia; no con las que duelen por estar presentes. Pero... sin duda, es a él quien más extraño. Siempre fue el mejor de todos... La ausencia más pesada de llevar, es sin duda, la de un muerto. Te extraño. 

Otra  marca favorita... es la que llevo en la palma de la mano. No se alcanza a distinguir, pero se siente al tacto. Es una puntilla de carbón que clavara mi peor enemigo de la infancia / mi mejor amigo en la etapa adulta. Mi hermano. Mi hermano de sangre. Mi verdadero hermano.

Recuerdo que una navidad, pedí "una grabadora de reportera" para registrar todos los desplantes que me hacía; sus impertinencias y groserías. No podía entender cómo podíamos llevarnos tan mal, siendo yo la única que lo protegía, que jugaba sus juegos, que lo acompañaba y lo escuchaba. Tenia yo 15 años cuando me dijeron que me tenía que mudar a 800kms de distancia antes de que mi hermano "me matara". El día en que llegué a casa de mi abuela para vivir con ella, mi papá rompió en llanto y me ofreció un auto a cambio de regresar a la casa. Acepté. Un auto era todo lo que necesitaba para mantenerme alejada de mi hermano, sin tener que romper con todo lo que me daba soporte.

Años después henos aquí... confiándonos todo, queriéndonos tanto, citándonos para desayunar o salir a tomar una copa. Pegados al celular, sorprendiéndonos con música, prestándonos dinero, favores, rescatándonos... Él a veces saca el tema y apenado pide perdón. Yo me siento orgullosa del hombre en el que se convirtió y lo considero mi mejor amigo. 

La última cicatriz, creo que fue la primera de ellas. A decir verdad... llevando un orden, todas están al revés. Comencé con la penúltima y terminé con la primera. (de la última NO voy a hablar hoy)

Esta cicatriz la llevé un tiempo en donde la pierna pierde el nombre para convertirse en nalga. Tenía yo 14 años y mis amigos me llevaban varios años, de forma que yo "sintiéndome grande"  me había puesto una borrachera de miedo. Llegué a mi casa tambaleando, y no sé de qué forma terminé metiendo una lancha inflable a la regadera para después gritar desnuda "vámonos al club" al momento en que me aventaba sobre ella. Esta de más decir que no le atiné y terminé cortándome con el cancel del baño. 

Esa fue mi primera borrachera, y sólo sirvió para "confirmarle a mamá", todas las cosas que ella pensaba sobre "la más rebelde de su rebaño". 

Durante años, fue una lucha confrontar lo que ella pensaba sobre mi, lo que me hacía creer de mi misma, y la realidad. Es verdad que era más independiente a mis hermanos, es verdad que era diferente. La primera en tener un piercing, la única en tener tatuajes. La que no estudió medicina, ni una ingeniería, la que vacacionaba con amigos, hasta ser "la que vive sola".

Fue duro para mi, sentirme tan juzgada en ese tiempo, tan descalificada... como si nada de lo que hiciera tuviera realmente un significado para ellos. Ni una maestría, ni éxito laboral... Y en verdad... todo comenzó con una borrachera precoz?

A decir verdad: No. Así fue siempre. Como buen sandwich entre una hermana de 15 y dos gemelos de 13.

Esa marca... me hace sonreír porque me recuerda lo importante que es el autoconcepto, y lo importante que es luchar por lo que uno quiere en la vida, según sus propios parámetros.

El concepto que mi mamá tenía sobre mí, cambió totalmente. Tengo un gran trabajo, vivo sola hace unos años, soy una mujer sana, con relaciones estables y muchos proyectos.  Cambié todo lo que pudo ser resentimiento, por amor incondicional. Pasaron muchos años para que ella me dijera que se enorgullece de mi, pero se dio justo cuando comencé a hacer las cosas por mi, y no para obtener su reconocimiento.

Los tatuajes, tienen un valor estético diferente al de las cicatrices, pero "ambas marcas" me han ayudado a trazar un mapa de mi misma, con el que sé, nunca me voy a perder. Mis tatuajes fueron hechos pensando el preservar un momento, un destello de magia en la vida. Mis marcas, hablan de mi historia, y de quién y cómo la trazó. Ninguna de ellas se encuentra a cambio. 




Por qué no me enseñas tus marcas? y después, te enseño mis tatuajes.