domingo, 20 de marzo de 2011

RecueArdo

Hoy fue un día semejante a lo que para mi sería interactuar con un muerto; encontrar vestigios de la persona que fuiste; descubrirte hablando a solas, frente a una audiencia; ó mirándote en la pupila de un desconocido.

Te extraño; pero no es a ti, sino al hombre que creí que podías ser. Porque hoy descubro, que me niego a creer que eras ése.

Hoy especialmente, bañándome con los rayos de luna, recordé esas noches en que te decía: "Amor! mira la luna! no te emociona enormemente ver su brillo... sus ganas?" Y me volteabas a ver de esa forma tan peculiar... negligente al cuidado del amor, y con sobrada indiferencia me decías "No entiendo por qué hay gente que se emociona por algo así... es sólo una pelota con luz".

No he terminado de escuchar tu eco, cuando una voz en mi interrumpe para defenderte. "En el fondo, a él también le daba emoción; no la expresaba, porque siempre fue un personaje, o mejor dicho, siempre quiso serlo".

Te rodeabas de gente que presumía de ser cruel, apática con la vida, con las intenciones y deseos de los demás. Se burlaban de las miserias de otros, de las carencias afectivas y se llenaban la cabeza con ideas de venganza. No sé cuántos de ellos eran realmente así, y cuántos se enmascaraban como tu, para evitar mostrarle al mundo lo vulnerables y débiles que eran.

Claro... la máscara te la pusiste de a pocos. Por eso siento que conozco tu verdadero rostro. Con el que me senté a conversar por horas, esa primera vez, en un café.

RecueArdo que en una de nuestras primeras citas, te mostré mi tatuaje. Te expliqué su significado y con él, 15 años de mi vida. Mil días después, seguías pasando tus dedos sobre él; y 1001 días después, la luna te pareció... tan ordinaria.

Me niego a pensar, que el hombre con el que compartía mi vida, mi esencia,  mis ganas... fuera capaz de conocer mi tatuaje con dos lunas, saber la relación que tengo con ella... y aún así contestarme: "Por qué te emocionas tanto?". Ese es el problema de fondo. Me niego a creer que eras una persona tan egoísta, tan falta de tacto, de empatía ó medio grado de inteligencia emocional.

Entonces... cómo no te voy a extrañar? si eres ese que nunca fuiste...

Lo peor de todo, no es que te hayas ido; lo peor es que te llevaste mis formas. La confianza, la inocencia, el entusiasmo, las intenciones. A cada acercamiento acompañado de una idea con dirección, como "Tu me gustas; salgamos; intentémoslo", yo sólo quiero salir corriendo. Le guardo fidelidad a tu recuerdo, no de hombre, sino de la leyenda que escribiste en mi: "No confíes en el amor, pues todos son yo, con otro nombre".

Pero... ya lo ves... El "asombro" sigue conmigo... y de él, irán naciendo poco a poco los racimos que cortaste; las raíces, estaban echadas mucho antes de que aparecieras y tu plaga nunca llegó a ellas. Un día descubriré con asombro, que sí eras el que fuiste...




Y un día, creyendo ya en el amor...Regresaré a leer este post, vaciado cuando seguía rota por dentro, por ti.


domingo, 13 de marzo de 2011

Bellum omnium contra omnes...

Dicen que "Nada calienta más que una mentada de madre..." pero hay a quienes no nos causa gran conflicto que nos recuerden a nuestra Sacrosanta. En mi caso, nada me puede  casi nada me calienta más que un "Ya, tranquila..." cuando me confronto (primeramente en son de paz, siempre) con alguien. 

Me hacen sentir perro! (Me hacen? ellos? No es acaso mi responsabilidad -mi elección- identificar una posible sugerencia con la orden que se le da a un can en entrenamiento?) "Oye, estoy tranquila!!! peeero..." Claro... para cuando arrastro esas palabras,  ya NO me siento tan de la mano de Buda.

Mi ardidez por supuesto, actúa en mi contra. Reafirma de cierta manera, lo oportuno de pedirme que me ponga un Tafil bajo la lengua.

Hoy estoy pensando en las confrontaciones.  En los enojos, y en el derecho que tenemos de sentirlos y -más allá- de expresarlos... también pienso hoy en la obligación que tenemos de respetar los enojos de los demás...

- Estoy enojada.
- No tienes razón para sentir enojo.
- Respeta el hecho de que lo siento. Es mío. 
- A mi lo que me enoja es tu enojo injustificado.
- A mi lo que me enoja, es que no respetes que estoy enojada.
- Es que me enoja que te enojes por eso.
- Y a mi me enoja que te enojes porque estoy enojada...

Y el motivo del enojo? Qué mas da! El enojo como el Leviatán,  tiene ya varias cabezas.

Si tu derecho termina, donde comienza el mío, creo que lo único que nos queda por hacer es responsabilizarnos de la forma en que nos sentimos. Al final, el cómo tomamos al otro tiene más que ver con nuestras experiencias previas, nuestro bagaje cultural, subjetividades y expectativas, que con las primeras intenciones de ese individuo (por supuesto, interesarte en el bienestar del otro, es también cuidar tus palabras, y la forma en que entregas el mensaje).

 Es cierto, respetar un enojo que consideramos injustificado, es un ejercicio realmente complicado. Nos pone en seria desventaja el sentir que si respetamos el enojo del otro, lo respaldamos, y  nos faltamos con eso el respeto a nosotros mismos: "Cómo ponernos de su lado, si esta en un error!"

Yo creo que no se trata de eso. Respetar un enojo, no es abandonar nuestras convicciones para abrazar las del oponente. Respetar, es establecer desde dónde nos habla el otro: cómo se piensa, cómo nos piensa y cómo piensa/siente lo que ocurre. 

Para lograr el respeto entonces, hay que aceptar como punto de partida: las diferencias.

Hace muchos años, una amiga me dijo una frase de Voltaire que me marcaría por siempre:

"Je ne suis pas d'accord avec ce que vous dites, 
mais je défendrai jusqu'à la mort votre droit de le dire"
 (No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo)

Para mi, respetar al otro -en este caso, el enojo del otro- es en un compromiso interno. El verdadero peligro no radica en descubrir que tiene la razón, sino en procurar el desencuentro, al ser incapaz de reconocer que hay dos realidades sobre un mismo evento. 

La manera de estar con el otro... de descubrirlo y quererlo, sólo se consigue siendo capaces de reconocer la virtud de encontrar en el otro, una lectura del mundo diferente a la nuestra.

 Dialoguemos los sentires y los pensares que nos permitirán crecer juntos... Y recordemos que antes de llegar al enojo, podemos hacer una escala en el amor... la empatía, la comprensión y el encuentro..


* Amigas: Qué gran drama hicieron hoy...  Las quiero! ;)